Fue una caricia emocional, más necesitada por mí que una caricia física: “te queremos mucho, has tenido una vida difícil, has pasado por muchas cosas, enfermedades, acontecimientos laborales desagradables, desengaños amorosos…tu padre y yo estamos muy orgullosos de ti, por lo fuerte que eres, pero también estamos muy tristes y apenados porque otra vez te toque pasar por algo así…”
Las palabras de mi madre, cada una de ellas, resonaron en mí, …, tantas veces quería habérselas escuchado, en lugar de “se fuerte, puedes con ello, la vida es dura pero siempre hay que mirar al lado porque hay gente peor”… en esos momentos no entendía porque no me consolaban y solo me obligaban a ser fuerte, a luchar, a seguir… sentía que no eran conscientes de lo grave que para mí eran esas situaciones. Pero vaya si lo eran, eran mucho más conscientes que yo, lo eran hasta el punto de saber que si en ese momento de debilidad mía sus palabras hubieran sido “si hija si, vaya pena, esto es un asco de vida, dan ganas de meterse en la cama y no salir, no mereces nada de esto, mejor que les pase a la gente mala…” yo no sería YO. Una persona resiliente (La resiliencia es la capacidad de afrontar la adversidad saliendo fortalecido y alcanzando un estado de excelencia profesional y personal). Gracias mamá por tus caricias emocionales de aquella tarde, por todas, porque todas lo son, me lo habéis mostrado papá y tú.
Pero, ¿qué son las caricias emocionales?
El arte de las caricias emocionales va más allá del simple contacto físico. Es acariciar el alma con una mirada, es hablarle con ternura a un niño para decirle “estoy orgulloso de ti”, es un “te tengo en cuenta, te respeto y te quiero”, es la música que da aliento a nuestro cerebro emocional para aprender a valorarnos los unos a los otros.
Eric Berme, médico psiquiatra y fundador del Análisis Transaccional definió las caricias emocionales como unidades básicas de reconocimiento que buscan, por encima de todo, proporcionar estimulación a los individuos. Hablamos pues de un tipo de transacción, de un intercambio sabio donde se inscribe un tipo de lenguaje que actúa como un auténtico alimento para ese delicado universo psicoemocional que nos sustenta y define.
“Y he llegado a la conclusión de que si las cicatrices enseñan, las caricias también” -Mario Benedetti-
Hoy en día las miradas, las palabras, … la comunicación emocional se está perdiendo, cada vez más hablamos a través de las nuevas tecnologías utilizando emoticonos; como si un muñeco amarillo pudiera transmitirnos igual que una palabra, una mirada, una mano…se está perdiendo un poco la habilidad de conectar con la mirada, de hacer un refuerzo verbal, de ofrecer la palabra justa en el momento necesitado. Ahora, los emoticonos son nuestros grandes refuerzos conversacionales, y esos a los que recurrimos a veces con exceso.
“Educar la mente sin educar el corazón, no es educar en absoluto” -Aristóteles-
Podríamos concluir enumerando beneficios de las caricias emocionales:
- Las caricias emocionales se pueden ofrecer en cualquier momento y en cualquier lugar.
- Son económicas, fáciles de ofrecer y ocasionan grandes efectos secundarios.
- Las caricias emocionales están por encima de la clase social, de la edad, el género y la raza. Es algo universal.
- Son el mejor antídoto contra el miedo, la frustración, las dudas y cualquier problema psicológico.
- Las caricias emocionales promueven la salud mental y emocional, son, sin lugar a dudas, el mejor alimento para el alma.
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