En este camino nuevo del autoconocimiento, en el que por fin nos hemos permitido soñar y desear… ¿cuál es el siguiente paso? No es algo matemático, no es algo que tenga un guion. Se trata más bien de sentir, de empezar a tomar conciencia de lo que pasa dentro de mí en esas situaciones, conflictos, problemas…

¿Alguna vez te has parado a observar tus pensamientos? Solamente a observar, sin juzgarlos o guardarlos o esconderlos o decir… ya lo pensaré más tarde. Está estimado que tenemos unos 60.000 pensamientos al día. Los pensamientos están siempre ahí, mientras cocinamos, mientras vemos la tele, mientras miramos al infinito, mientras conducimos… Cuando empezamos a ser observadores de esos pensamientos descubrimos mucho de nosotros mismos, empezamos a conocernos, a saber realmente lo que hay en nuestro interior y empezamos a ser conscientes de nuestra verdadera historia.

Os propongo un ejercicio sencillo que requiere sólo de atención. Cuando estés en una situación de dificultad, la que sea, una contrariedad, un problema… hazte un favor y para. Dentente para escuchar tus pensamientos, saldrá uno primero, muy superficial, no te quedes ahí. Saldrá después otro, y… ponte a prueba, más profundamente hay otro y quizá otro después. El primer paso es ser consciente de ellos, cuanto más profundo sea, más dirá de ti.

¿Qué hacemos ahora con esos pensamientos? Ahora es cuando nos centramos en lo que sentimos. ¿Qué sentimiento te produce tener esos pensamientos? Quizá enfado, o angustia, o cansancio o agobio, o pena o rechazo. Y mira donde de tu cuerpo sientes eso, que parte de ti se vuelve más pesada con esos pensamientos.

Ahora sí, ahora te estás conociendo, ahora estás indagando en la historia que de verdad hay detrás de la historia que te cuentas. Porque de repente la situación en sí ya no importa, ahora estás totalmente atento en ti. Fíjate que sencillo ha sido…Ya sólo falta que te des cuenta de cuál es tu carencia en esa situación, quizá protección o valor o reconocimiento o seguridad…. Y cuando lo tienes ya podemos empezar a caminar.

Ahora se trata de entender y comprender que eso que me falta se lo estoy pidiendo a alguien que es externo a mí, creo que mi seguridad me la tiene que dar un trabajo y un sueldo, que mi protección me la aporta mi marido o mi padre, que mi valor depende de lo que los demás me digan. ¿Y si todo dependiera de ti? Sería todo más fácil, ¿verdad? ¿Qué pasaría si recuperaras tu poder? Para ello, permite que ese resentir primario, contra quien te tiene que aportar esa carencia y no te la aporta, salga con una frase. Sentirás que de repente algo ha cambiado, algo se ha liberado.

Y si te permites echar un vistazo a tu vida… te darás cuenta de que hay muchas situaciones similares que de repente también se han liberado. ¿Qué crees que pasaría si ahora esa situación te la imaginas con todo tu poder recuperado? Pruébalo, déjate maravillar por este nuevo camino, experimenta y siente….

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