Estos días oímos los testimonios de muchos pacientes que han tenido covid hace meses pero que sin embargo presentan síntomas físicos que limitan su día a día y su calidad de vida; algo que ya hoy se reconoce como covid persistente.
Según la SEMG (Sociedad Española de médicos generales de familia), a través de una encuesta realizada a colectivos afectados de “covid persistente”, existen más de 200 síntomas que van fluctuando en el tiempo y alguno de ellos persiste varios meses (cansancio, astenia, dolor de cabeza, bajo estado de ánimo, dolores musculares, falta de sueño…).
Ante esta situación, de una enfermedad desconocida por y para todos, los pacientes que la padecen (también sus familiares y equipo médico) sienten desconcierto, falta de entendimiento, miedo, ansiedad … todo ello normal y más que conocido para todos aquellos que hemos pasado por el proceso de diagnóstico y seguimiento de alguna enfermedad crónica y más si se trata de las llamadas “enfermedades invisibles” (crohn, colitis ulcerosa, fibromialgia, etc).
Aquello que no se ve (tu analítica no muestra nada extraño, otras pruebas diagnósticas tampoco ) no se cree, no se entiende. Es entonces cuando a lo físico se añade toda la carga emocional que esto conlleva: soledad, enfado, tristeza, incomprensión, desesperación, angustia, miedo…
Un círculo vicioso, porque toda emoción no gestionada va a minar mi sistema inmunológico, por lo que sentiré más cansancio, insomnio, problemas gastrointestinales…
Aprender a gestionar nuestras emociones, a comunicarnos con nuestro entorno y equipo médico desde la serenidad y no vivir como un enfermo, sino, aprender a ser “paciente”, será algo que nos ayude a mejorar la parte emocional y un gran paso para ayudar a nuestro cuerpo a ir recuperando su equilibrio.
¿Hasta cuándo voy a sentir que no soy la misma persona que antes de la enfermedad?
Una pregunta que yo como paciente crónico también me hice, me castigaba a diario con ella, sufriendo un desgaste tremendo.
Como paciente crónico recorrí un largo camino para aceptar los cambios que la enfermedad me iba trayendo y adaptarme a una nueva forma de VIVIR: desde la calma, la adaptación, la serenidad y aprendiendo a desaprender para aprender de nuevo.
Desde entonces mi vida cambió tanto que implementé todos esos cambios no solo al área de la salud y cuidado personal, sino a todas las área de mi vida, también a la profesional. Desde hace seis años trabajo como coach experta en pacientes crónicos y equipo médico/enfermería.
Y ese camino es el que trabajo con todos mis pacientes y sus cuidadores, ya sean familiares o equipo sanitario.
Porque tu vida está interrelacionada con todo tu entorno y las emociones se contagian más que el propio virus o enfermedad.
Todos pasamos en la vida por algo que nos cambia de tal manera que no volveremos a ser quienes fuimos; pero sí podemos ser una versión mejorada de nosotros. Solo depende de cómo gestionemos todo aquello que la enfermedad, como parte de la vida, nos muestre.
Si quieres, yo te acompaño.
Tienes toda la razón. Cuántas veces he dicho yo esa frase: La enfermedad que no se ve, no se cree. Soy paciente de Espindilitis anquilosante y fibromialgia. La espondilitis, enfermedad de hombres, en la que estuve mal diagnosticada durante 16 años, pasando de psiquiatra en psiquiatra y diciéndome a mi misma que era mi cabeza la que me hacía daño.
Muchas gracias Yolanda María por compartir contigo tu experiencia. Ese bucle síntoma físico – emocional y como gestionamos nosotros mismos esos diagnósticos y cómo nos comunicamos con el equipo médico, incluso con nosotros mismos, no siempre es fácil de romper y encauzar para aprender a #vivisrsiendopaciente. Deseo que estés en un buen momento.
Gracias de nuevo por tu testimonio!
Un abrazo