“LAS DESGRACIAS NUNCA VIENEN SOLAS…”
¿Cuántas veces hemos dicho o escuchado esta frase? Reflexionemos un momento sobre cada una de las palabras:
– “Desgracias” , es el antónimo de palabras como “gracias”, “alegrías”, “fortuna”, “dicha”…
– “Nunca”, es el antónimo de “siempre”
– “Venir”, es el antónimo de “ir”
– “Solas”, es el antónimo de “acompañadas”, “juntas…”
¿Qué sucede si nuestras emociones en lugar del pensamiento “las desgracias nunca vienen solas”, generaran un pensamiento antónimo a este?, podríamos pensar y expresar algo como:
“La alegría, la dicha, … siempre van acompañadas”
¿Mucho mejor no? Expresar un pensamiento de esperanza, de positividad como contraposición a algo tan “lapidario” y desesperanzador como “todo lo que me vengan ya van a ser desgracias…”
Una vez más hablamos de la importancia de las palabras que usamos para expresar los pensamientos que una determinada emoción nos produce.
Cuando un hecho en nuestra vida nos genera una emoción de pena, tristeza, dolor…automáticamente, en ocasiones, nos sobreviene también la del miedo, la negatividad, y nos sumergen en un victimismo y surge ese pensamiento “las desgracias nunca vienen solas”, dejándonos predispuestos para juzgar que todo lo que venga ya va a ser malo…pero, ¿por qué? ¿ es un dicho popular o una creencia de familia y lo hago mío?…
Podría hacer mío en ese momento este otro dicho, “no hay mal que cien años dure”, “después de la tempestad llega la calma”.
Observate, escuchate y escucha a las personas que te rodean y que realmente afectan a tu sentir, a tu SER…porque ellas en muchas ocasiones son las que nuestro inconsciente toma de referente en nuestra forma de afrontar la vida, en nuestras creencias, en nuestros pensamientos…
Yo hace un tiempo lo hice, y me di cuenta de que cuanto más nos lamentamos (en mi familia es donde se arraigó esa frase que nos limita para ser más optimistas y positivos desechando tantos miedos…) más vienen, claro, estamos poniendo en una verdad absoluta ese dicho, cuando no lo es.
La vida en algún momento nos pone en una situación triste, dolorosa, difícil…pero somos nosotros quienes tenemos que darnos el tiempo para superar ese momento (duelo) y seguir adelante con el positivismo que nos generen los valores que están en nosotros (la familia, la pareja, los amigos, el trabajo, el estudio…), sea lo que sea aquello que nos da las ganas de seguir cada día disfrutando la vida… cada instante de ella, y acabar diciendo:
“Ainssss qué poco dura lo bueno”.
Esta frase es digna de que escriba otro artículo para seguir com-partiendo con vosotros.
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