Cómo con los años de vida, a través de nuestro intorno, nuestro entorno, nuestras experiencias…cambiamos la connotación de la palabra “juego” y cómo ese cambio de significado que crea nuestra mente, nos impide volver a tener la ilusión, la complicidad y espontaneidad de cuando éramos niños.
Jugar, tiempo, reglas, normas, compromiso, comunicación, ilusión, disfrutar, prejuicios…es todo lo que una breve conversación de una película me trajo al pensamiento y quiero compartirlo con vosotros.
NUESTRAS CREENCIAS Y EL SIGNIFICADO DE LAS PALABRAS.
Os pongo en situación, en una cafetería-biblioteca, un hombre de unos cuarenta años se sienta en una mesita, y mira a su alrededor. En un determinado momento, su mirada se cruza con la de una joven, que con un libro en sus manos, le mira fijamente, le sonríe, se levanta y va hacia él, con paso decidido y se sienta frente a él, en la misma mesa.
Ella: “¿Qué tal?”_ le pregunta con una enorme sonrisa y un gesto inocente.
Él: “¿Nos conocemos?”_ responde él algo contrariado.
Ella: “No, pero me gustaría”_ manteniendo ese gesto cándido en su cara.
Él: “Vale, soy…” _ es interrumpido rápidamente por ella : “No, no me digas tu nombre que no quiero llamarte como los demás, quiero ponerte un nombre que signifique algo para mí, que te defina… Y tú me pondrás otro a mí, pero no ahora, cuando ya sepamos algo más el uno del otro”
De esta manera se van haciendo preguntas breves y directas que hablan más de cada uno.
Ella: “Me encanta ir a los parques y ver a los niños jugar, de repente un niño se acerca a otro sin conocerse de nada, le mira y le dice ¿“jugamos”?, y se ponen a jugar. Cuando te vi pensé que querrías jugar conmigo, …¿”jugamos”?”._ Le pregunta ella con sus ojos muy abiertos, su sonrisa de oreja a oreja y susurrando, le pregunta…”¿jugamos?”.
Él: “Vale, ¿a qué jugamos?”_responde divertido por todo lo que ella le transmite.
Ella: “Eso es lo que nos diferencia de los niños, ellos siempre quieren saber a qué están jugando, pero tú y yo vamos a descubrirlo mientras jugamos”.
Él: “¿Cuánto va a durar el juego?”_ pregunta él arqueando su ceja derecha.
Ella: “Hasta que nos aburramos”_ responde ella subiendo sus hombros hacia arriba y sin perder su sonrisa.
Él: “¿Hay reglas?” _ su gesto denota su desconcierto ante este juego.
Ella: “Si, hay reglas. No quiero que sepas quien soy, asique nada de internet, ni de teléfonos.”_responde ella muy firmemente.
Él: “¿Pero como quedaremos?”_ aumenta la perplejidad en su expresión corporal y su tono de voz.
Ella: “¡¡Hablando!! Tal día, tal hora, tal sitio…es un método que lleva funcionando siglos, no tiene porque fallar ahora” _ explica ella de forma natural, quitándole todo el peso de extrañeza que el transmitía.
¿DESDE CUANDO NO JUEGAS CON ALGUIEN?¿QUÉ TE LO IMPIDE?
Te invito a qué leyendo de nuevo el texto, te plantees las siguientes reflexiones:
- Te reconoces más en “él” o en “ella”;
- Qué crees que necesita cada uno de ellos (amor, sorpresa, alegría…)
- Para qué lo necesitan (miedo, enfado, tristeza…)
- Qué significado tiene para ti hoy en día la palabra “juego”, si no hubieras leído este guión.
- Qué hay en ti que mantenga vivo o de realidad a ese significado de la palabra
- ¿Cuándo fue la última vez que te acercaste a alguien de forma espontánea para entablar una conversación? ¿Para qué lo hiciste? ¿Si no lo haces, qué te lo impide?
- ¿Qué pensarías, sentirías…si alguien se te acercara con una sonrisa limpia, un gesto cercano e iniciara una conversación contigo?
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